Santiago Agoniza
No hay para qué engañarse, la vida fluye alrededor de una ciudad llena de conciertos, fiestas masivas en los parques, exposiciones, pequeñas ferias de libros que no recaen en lo parafernálico y el teatro, teatro chispeando por todas partes.... Es como el alarido de un animal antes del morir, fuerte, ruidoso, mentiroso.
Luego, muy luego, la ciudad perecerá y aunque todos me miran con lástima, soy de las pocas afortunadas que se quedarán en el mismo lugar, en las ruinas de una urbe que habrá perdido su potencia.
Es en días como éstos - donde la angustia de un marzo latigante se asoma apenas y no duele tanto - cuando siento que las calles son mías, que los servicios están hechos para mí, que los bares agradecen a una clienta más y que la ciudad es más plácida que nunca.
Es a punta de febreros vacíos que aprendí a amar a Santiago.
Si uno va a quedarse aquí lo más recomendable es alistar un par de buenas chalas, las poleras cortas y guardar la sed para la noche. Unos cuantos amigos y conversa interminable. Alguna que otra cantina con música antigua para bailar, de esa ochentera.
Poca gente, el ruido justo y necesario.
Por supuesto que nadie entiende, de todos modos las vacaciones son para salir. Pero al menos intenten pensar en esto: yo me estoy haciendo la idea de un febrero seco, sin mar y con cordillera derretida porque opciones no tengo muchas.
Un verano de cemento da menos pavor cuando los buses no se atascan tanto. Algo bueno deberé encontrar...
Luego, muy luego, la ciudad perecerá y aunque todos me miran con lástima, soy de las pocas afortunadas que se quedarán en el mismo lugar, en las ruinas de una urbe que habrá perdido su potencia.
Es en días como éstos - donde la angustia de un marzo latigante se asoma apenas y no duele tanto - cuando siento que las calles son mías, que los servicios están hechos para mí, que los bares agradecen a una clienta más y que la ciudad es más plácida que nunca.
Es a punta de febreros vacíos que aprendí a amar a Santiago.
Si uno va a quedarse aquí lo más recomendable es alistar un par de buenas chalas, las poleras cortas y guardar la sed para la noche. Unos cuantos amigos y conversa interminable. Alguna que otra cantina con música antigua para bailar, de esa ochentera.
Poca gente, el ruido justo y necesario.
Por supuesto que nadie entiende, de todos modos las vacaciones son para salir. Pero al menos intenten pensar en esto: yo me estoy haciendo la idea de un febrero seco, sin mar y con cordillera derretida porque opciones no tengo muchas.
Un verano de cemento da menos pavor cuando los buses no se atascan tanto. Algo bueno deberé encontrar...
2 Comments:
A mi me gusta pero apenas, nunca sé donde ir en enero. Y es una pena que tengas que quedarte, pero piensa que no serás la única.
By Anonymous, at 6:47 PM
No es tan malo... existe la poesia de lo concreto ( que siutico sono eso)
pacita
By Anonymous, at 8:35 PM
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