Piscina sin agua

Parece que me ahogara pero no, es más bien una ilusión óptica, en realidad se siente como si uno no tuviera aire, como si se chapoteara desesperadamente en todas las direcciones. Pero sin agua. Estamos en sequía, en todos los planos. Y el analista dice que debo dejar de patalear, que cuando uno se deja llevar, dando incluso todo por perdido, al menos se relaja.

No sirve escribir tampoco, no por ahora, no para retornar a la madre de todos los males. Sirve hablar, rellenar huecos, abrir ventanas, airear el alma hasta quedarse pura de nuevo.

El proceso lleva años.

En la vida anterior yo fui reina. Lo sé porque me acuerdo de haberme mirado al espejo mientras vestía un traje amplio, bordado delicadamente en las puntas. Blondas, muchas blondas. Alguien me tiraba el cabello para peinarme y a ese alguien y a muchos otros les hice daño. Mi pareja de entonces, que no era rey sino mi amante, mi compañero, cuidó de mí aunque no animó mis crueldades. Ahora en esta vida yo cuido de él pero su rol es otro.

Era reina, y aparentamente fui bastante feliz a costa de mucha gente. Después fui maestra de escuela, y viví en una neutralidad vaga, sin sufrimientos y sin haber vivido tampoco. No tuve marido ni hijos, consagré esa existencia a los niños de los andes, en aldeas muy pobres. Ahora pago el crédito, las cuotas morosas, cargo la cruz igual que ciertos que también arrastran condenas. Cosa loca, parece que pataleo en el agua, a punto de sumergirme entera, pero he muerto dos veces en un incendio.

Soy alma antigua y no he aprendido casi nada.
Isa