El Paraíso Perdido

No me queda muy claro si es que debo buscar el vientre de la madre, hurgar en el mío o reencontrarme con quienes dejé atrás, abandonar mi condición de extranjera (cosa que tampoco sé si puedo hacer a estas alturas).He sido devuelta al nido de donde fui expulsada hace un par de décadas. Pensaba que no habría más regresos pero supongo que cualquier camino que tome ha sido trazado casi por instinto. Me enfrento así a los fantasmas, alisto cuentas, y me entrego de nuevo a los mismos sonidos, olores, sabores, formas de pensar, de manejar códigos sociales. Vuelvo pero nada asegura que no deberé autoexiliarme un tiempo después.

Luego de varios meses de juego constante - que parecía inexplicable - ya entiendo por qué he llegado hasta acá, comprendo que solo he seguido el hilillo de la repetición enfermiza y que es probable que el nuevo intento sea fallido. He hallado el punto familiar, el túnel hacia el origen que otra vez estará vacío. ¿Y por qué sí entonces? ¿Por qué pese al miedo que suele paralizarme, al afecto que es directamente proporcional a mi angustia, no doy marcha atrás?

Quiero romper el círculo, deseo modificar el color de todo aquello que me conmueve.