Deeply Disturbed Girl

Tuesday, February 20, 2007

Piedras y rosas

Deseabas con locura la calma
de una muerte que alejaste durante horas--
con el cuerpo de una mujer para tu jarrón,
botijo, urna...
fuiste el terciopelo rojo de una rosa ansiosa,
floreciendo en su anhelo
por volver a la tierra.

Ahora yaces bajo una lápida--quieta, más allá del frío,
más allá de los voltios azules, más allá
de tu luna pertubadora.

Fuiste una fuente
erguida para su caída. Y tus ojos
dos oscuras piedras de silencio,
desbordándose en un océano
de verso profundo.

Ahora los huesos de tu cuerpo yacen quietos,
areniscos. Y tus dientes permanecen
silenciosos, como guijarros pacíficos,
más allá del bombardeo de las olas insistentes.

Y tú flotas en la blancura
de tu madre huesuda, que con lágrimas
ha puesto estrellas en las cuencas de tus ojos.

S. Plath

Saturday, February 10, 2007

Febrero Menguante (Versión Reciclada)

Difícil que alguien pueda leerme si me niego ciegamente a hablar. Difícil porque pocas veces tengo la confianza para abrir la boca y decir lo que verdaderamente asusta. Y es que sino no estaría donde estoy (ni tan lejos, ni tan cerca, al menos estable para la mayoría). Difícil porque a veces creo que soy sordomuda, que no sé hablar y que tampoco escucho nada, entonces me envuelvo en mi halo oscuro, hondo como el hueco frío y sombrío donde crecí, entonces me desdoblo y sólo puedo salir a veces, ataviada de las más misericordiosas mentiras.

Llevo tantas carencias que una sola persona no puede suplirlas. Tanto pasado malogrado no se funde en una sola historia ni cicatriza. Lo que sucede es que me aferro de piernas y brazos, me sigo sintiendo insegura pase lo que pase y soy incapaz de gritar cuando una mano negra aprieta mi garganta, no puedo decir nada y en lugar de ello me sigo ahogando en mi misma.

Me gustaría poder gritar cuando me lastiman, no quedarme ahí, silenciosa. Me gustaría sentirme con derecho a reclamar porque en el fondo intento protegerme, quizás entonces dejaría de amar de esta manera destructiva, en que lo devoro y agoto todo como en un incendio, dejando la tierra yerma, insana para siempre.

Yo no sé, tantos años aquí afuera y no he aprendido nada. Los discursos de los otros siguen calándome hasta los huesos, los cuerpos bellos siguen pareciéndome insuficientes, el amor entregado es siempre mínimo, y necesito más, todo el tiempo, a cada rato. Necesito confirmación, pérdida de juicio y control, poseer el mando absoluto para hacer y deshacer, y puede que entonces siga sintiéndome insatisfecha. Mi tortura, que antes parecía inubicable, se ha centrado en mantener vivo su deseo, no solo vivo sino apasionado y demente, casi servil, parece que solo entonces me siento feliz por unos momentos. Hay algo de sadismo en ello, lo cierto es que el pasar a la rutina y la estabilidad me aterra, el que derrepente tome conciencia de lo que está haciendo y se acostumbre a mi presencia me desquicia. Yo quiero ser siempre la novedad, el punto de desconcierto y locura extrema, lo que te desborda, la tierra mojada donde hundes y ensucias tus pies, hasta el fondo y el infinito. Quiero no tener fin, seguir siendo el misterio vacío, sino, no tiene sentido, sino, sigo siendo miserable.

O quien sabe, quizás solo me bastaría con saber que soy la única.