Travesía hacia el gran evento

Pero no, fui de las más entusiastas, aunque no me puse a pelear por el ramo, eso sí que no, una tiene límites.
El día anterior a la boda llevaba como tres días sin saber nada de la novia. Decidí dejar que arreglara su vida después de nuestro accidentado paseo a la playa. Así, tan relajada como siempre, llamó el día anterior para pedirme que fuera su testigo. Y yo, cual testigo en emergencias, de esos amigos incondicionales que siempre tienen tiempo y que no pueden decir que no porque los pillaron de ociosos, dije que bueno, que qué más daba, aunque no tenía documentación alguna (me robaron todo el otro día, todo).
Me puse ropa decente para ir a la iglesia, léase no minifaldas ni esas poleras con media pechuga afuera, y aguanté por media hora, solícita, con mi más buena cara, todo el sermón sobre las responsabilidades del matrimonio y mi certificación de que era testigo de que la unión era para siempre. Y cómo se supone que debo saber eso?? No le iba a decir al cura que seguía creyendo que el 80 por ciento de las parejas se separan!!!!. Y que me rehuso a bautizar a mis hijos !! (cuando los tenga). Omití creencias negativas y me defendí con la única verdad que conozco sobre aquella ridícula pareja: jamás he visto seres con mayor afinidad y complicidad, jamás he visto personas que tuviesen que pasar por las pruebas más duras y terribles, incluyendo la distancia y la muerte, y salir limpios de polvo y paja. O sea que sí, de que se adoran se adoran, y no sé nada más.

Volví a casa con la guata apretada, me arreglé en tiempo récord y bajé las escaleras lentamente para no caerme con el taco 15 que llevaba. (quién me manda??). El galán que venía a buscarme por poco me atropella porque andaba hablando por celular. Llegamos temprano, muy temprano, pero luego vi a todos los viejos amigos, no todos, solo los que más quiero. Nos reimos, pelamos, sacamos cuentas sobre las cosas que estábamos haciendo y me di cuenta de que era la única sin pareja. Y que aunque todos te dicen que todo es a su tiempo, a mi nadie me asegura nada, nada de nada, porque la vida no está comprada y no existen motivos para que cambie, si siempre ha sido igual.
De modo que no acepto ese discurso. Me propuse bailar, pasarlo bien hasta donde los zapatos me lo permitieran, y dejar pasar así los días. Alegra saber que una no está amargada todavía, que aún puede estar feliz por el otro, y dejar ir a la partner que ahora viene con regalito en la panza.
Isa (creo que volví).